VENI, VIDI, VICI*

La creación del Campeonato Mundial de Fórmula 1 en 1950 tuvo un profundo significado simbólico, social y económico para la Europa de posguerra. La Fórmula 1 se transformó en un emblema del renacimiento continental, en un escenario marcado por la destrucción física y moral de la Segunda Guerra Mundial. En un tiempo en que las naciones europeas buscaban reconstruir sus economías, sanar sus tejidos sociales y recuperar un sentido de unidad, la Fórmula 1 ofreció un espectáculo cargado de modernidad, velocidad y técnica. Las viejas potencias industriales reconvirtieron su capacidad bélica en innovación tecnológica aplicada al deporte. Las ciudades que albergaban Grandes Premios —como Mónaco, Silverstone (un ex-aeródromo construido con fines militares durante la guerra) o Monza— se convirtieron en escenarios de reconstrucción simbólica, donde miles de personas se reunían para celebrar no sólo la competencia, sino también la posibilidad de mirar hacia el futuro. En ese sentido, la Fórmula 1 condensó valores clave del nuevo orden europeo: la movilidad, la apertura de fronteras, la industria en clave civil y la articulación de identidades nacionales dentro de un espacio común.
 
Fangio el día de la victoria
Ilustración de Claudia Rizzoli
@claudiarizzoliarte

Como no podía ser de otra forma, un argentino fue protagonista de este proceso. Hace exactamente 75 años, un 21 de mayo de 1950, Juan Manuel Fangio ganó en Mónaco la segunda carrera puntuable del primer campeonato mundial de Fórmula 1 de la historia. En vísperas del debut de Franco Colapinto en el principado, alimentamos la mística recordando este magnífico acontecimiento.  

Con la presencia del príncipe Rainiero III, la princesa Antonieta y la condesa Balashi veintiún autos partieron a las 14:30 desde el Boulevard Albert. Fangio, a bordo de un Alfa Romeo, largó desde la Pole y mantuvo la punta escoltado por la Ferrari de Villoresi. Luego de la recta del casino bajaron hacia Mirabeau, la estación, el túnel y el puerto, rápidamente dejaron atrás Tabac. Detrás de ellos se desató el caos. El Alfa Romeo de Farina trompeó y se cruzó en medio de la pista, luego se enganchó el auto de Fagioli y quedó bloqueado el camino. El argentino Froilán Gonzáles logró abrir un espacio entre los autos con un fuerte topetazo por el que pasaron además 3 autos. Pero la fuerza del golpe quitó el seguro de su tanque de combustible y este mojó su cuerpo. En cuanto levantó el pie del acelerador, una llamarada que salió del escape lo prendió fuego. Saltó de su máquina, que se estrelló contra un cantero, y se fregó contra las paredes y el piso hasta apagar el fuego.


Más atrás en el pelotón, al llegar a la zona del accidente, los competidores recibieron  la orden de frenar, lo que derivó en un grandísimo choque en cadena. Había autos cruzados y destruidos, combustible derramado en el piso. Fangio y el lote de los punteros siguió su paso con normalidad toda la vuelta. Justo antes de volver a pasar por el  sector del accidente, Fangio advirtió algo en el público. Hizo rebajes y detuvo su auto antes de impactar con las máquinas destrozadas. Se las ingenió para abrirse paso. En palabras de nuestro campeón:


“Siempre dije que era un hombre de suerte y el día de la carrera también la tuve. Sucedió que la noche anterior al Gran Premio de 1950 fui al club organizador y me entretuve mirando fotografías de ediciones pasadas. Una de ellas me llamó la atención. En 1936, en la chicana, durante el transcurso de la primera vuelta, se habían enganchado varios autos (...). Como en muchos lados se iba a ciegas, porque los muros eran altos, resultaba imposible adivinar si un coche quedaba atravesado en la pista después de un trompo. Esto obligaba a estar permanentemente atento a las banderas en las primeras vueltas. Así fue que después de largar en la punta recorrí toda la primera vuelta sin problemas, lo mismo que parte de la segunda hasta dejar atrás la chicana del puerto, en la que ví una bandera amarilla agitándose. De un vistazo me di cuenta que nadie del público estaba atento a mi paso, en lugar de ver caras veía nucas. Era puntero pero la gente tenía girada su cabeza hacia su derecha, indicio de que en Tabac había algo raro. Comencé a frenar y rebajar y logré detener el coche a centímetros de una de las máquinas chocadas. Como no me daba el radio de giro para pasar, pues estaba muy encimado, apoyé mi mano sobre la rueda trasera derecha de mi Alfetta, y, sin dejar mi asiento, comencé a empujarla hacia atrás. Me separé lo suficiente como para poner primera y maniobrar hacia un huequito que me quedaba. Me pegué al paredón interno y pasé. Villoresi no quedó bien ubicado con su Ferrari y pasar le costó un poco más(...)”.


Después de este accidente, únicamente nueve autos quedaron en carrera. Fangio paró en boxes en el giro 50, en 40 segundos cambiaron gomas y abastecieron de combustible. Logró mantener la punta. Conservó la primera posición. En el giro 72 volvió a parar para agregar 25 litros de combustible. Tras 100 vueltas, la bandera a cuadros ondeó sobre el argentino, consiguiendo su primera victoria en el campeonato mundial de F1, con récord de vuelta de carrera.


*Para armar este artículo utilicé información de Carlos Raúl Barragán, (2021). Fangio, sus 200 carreras. Fundación Fangio y de Judt, T. (2005). Postwar: A History of Europe Since 1945. Penguin Books.

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