LOS DOBLADOS
Desde muchos puntos de vista, la Fórmula 1, más que un deporte, es un experimento social. Como tal, estamos acostumbrados a ver las organizaciones que la componen como partes de un fino sistema de relojería, donde cada pieza debe operar con una precisión milimétrica y una coordinación absoluta para garantizar el éxito en un entorno de máxima exigencia. Pero incluso en los mecanismos más sofisticados, los engranajes pueden fallar cuando son movidos por seres humanos. Repasamos aquí un episodio donde la lealtad y la traición se convirtieron en las fuerzas impulsoras de un auténtico escándalo que significó la multa más grande en la historia del deporte.
Nos ubicamos en el año 2005. Ferrari cerraba el ciclo más exitoso de su historia con un saldo de cinco campeonatos de constructores y cinco campeonatos mundiales para su piloto estrella, Michael Schumacher, todos ganados en forma consecutiva. Durante los dos años siguientes, el equipo se fue desarmando: el Káiser anunció su retiro, mientras que los jefes Ross Brawn, Jean Todt y Rory Byrne, abandonaron el equipo.
Para fines de 2006 Ferrari enfrentaba una gran reestructuración. Luca di Montezemolo, presidente de la compañía, dio paso a una italianización de la estructura del equipo, reduciendo la presencia extranjera y promoviendo talento italiano. Así las cosas, Nigel Stepney, hasta entonces jefe de mecánicos, ansiaba el puesto de Responsable de Pista ahora vacante. Pero este lugar fue cubierto por Luca Baldiserri. Entonces puso el ojo en el puesto de Director Técnico. Pero este fue otorgado a Marco Almondo. El inglés quiso irse a algún otro equipo, pero el contrato que tenía firmado con Ferrari se lo impedía en el corto plazo. Finalmente fue nombrado Jefe de Desarrollo en la planta de Maranello, Italia. Una forma elegante de quitarlo del medio durante los fines de semana de carrera hasta que terminara su contrato.
El enojado y desilusionado Stepney se volvió problemático. Primero, a comienzos de 2007, fue suspendido por un incidente dentro de la fábrica. El equipo explicó que se trató de “diferencias verbales con un colaborador”, sin embargo, los rumores en el paddock hablaron de un intento de sabotaje a los autos rojos. Al poco tiempo, este ingeniero inglés llegó a un pacto en las sombras con su amigo Michael Coughlan, Jefe de Diseño del equipo Mclaren. Se trataba de un acuerdo para filtrar información confidencial sobre los aspectos técnicos del Ferrari “F2007” a su competidor más directo en la lucha por el título mundial.
En junio de ese año Ferrari presentó denuncias formales contra Stepney y Coughlan, lo que dio lugar al inicio de dos investigaciones penales, una por parte de la justicia italiana y otra por parte de la justicia inglesa. Acto seguido, en un allanamiento a la casa de Coughlan se encontró documentación confidencial cuya propiedad intelectual era de Ferrari.
¿Cómo supo Ferrari que había “un filtro”? Resulta que Coughlan tomó un archivo de 780 páginas con información del equipo Ferrari y se lo entregó a su esposa para que lo digitalizara. Pero el empleado del local de fotocopias en la ciudad de Woking (donde está la sede del equipo Mclaren) era un auténtico tifosi, un hincha de Ferrari. Él advirtió el tenor de lo que estaba copiando y logró alertar al equipo italiano. El Spygate había sido descubierto. Tiempo después, el presidente de Ferrari, como forma de agradecimiento, lo invitó a la mítica fábrica en Maranello: "Si no hubiera sido por ese hombre de las fotocopias, no habríamos sabido nada sobre esta historia", dijo.
El equipo Mclaren argumentó que, si bien la filtración existió, ningún otro miembro del equipo disponía de esa información y que sus monoplazas no incorporaban elementos que fueran propiedad intelectual de los italianos. La Federación Internacional de Automovilismo (FIA) procedió a inspeccionar los autos y el resultado enfureció a Ferrari: compraron la historia de Mclaren y no se impuso ningún castigo. Envalentonado, Ron Dennis, el Team Principal de McLaren, contraatacó y acusó a Ferrari de haber infringido el reglamento técnico en el gran premio de Australia, el primero de aquella temporada (algo que el propio Stepney había filtrado).
Pero, al poco tiempo aparecieron nuevas pruebas que salieron del interior del equipo Mclaren. En la pista, la guerra interna había estallado entre un desafiante piloto rookie, Lewis Hamilton, y un jovén bicampeón Fernando Alonso, compañeros de equipo enfrascados en la pelea por el título mundial 2007. La tensión entre los dos pilotos llegó a su clímax durante un conflicto durante el Gran Premio de Hungría. Allí el español, que buscaba ser el piloto principal del equipo, amenazó a Ron Dennis con presentar una serie de emails que demostraban que Mclaren recibía y utilizaba información proveniente de Ferrari. Esto llegó a oídos de la FIA que ofreció inmunidad a los pilotos a cambio de cooperación. Alonso y Pedro Martínez de la Rosa (piloto reserva) presentaron como pruebas sus intercambios vía correo electrónico con Mike Coughlan.
En septiembre de 2007, La FIA finalmente declaró a McLaren culpable de recopilar y retener ilícitamente información perteneciente a Ferrari, utilizada para obtener una ventaja deshonesta y fraudulenta. Se probó que los ingenieros británicos hablaron 35 veces por teléfono, se mandaron 127 emails y 288 mensajes de texto. También se hicieron públicos los emails entre Alonso y De la Rosa. McLaren fue descalificado del Campeonato de Constructores de 2007 y recibió una multa de 100 millones de dólares, la más grande de la historia del deporte hasta la actualidad. Alonso, que había sido la contratación estelar de Mclaren para ese año, tuvo que buscarse nuevo equipo (volvió a la órbita de Briatore en Renault). Ferrari consiguió el campeonato de constructores y también el de pilotos. En 2009, se impuso una multa de 180.000 euros a Mike Coughlan y a otros tres empleados de McLaren. Stepney fue condenado a 1 año y 8 meses de prisión más una multa por encontrarlo culpable de los cargos de sabotaje, espionaje industrial y fraude deportivo. Murió en 2014 en un accidente de tránsito, sin cumplir la condena.