FLAVIO BRIATORE ALIAS "IL PADRINO"

Soluciones inesperadas

Año 1998, verano europeo. Giancarlo Minardi, dueño del Minardi F1 Team, un pequeño equipo radicado en Faenza, Italia, se encuentra en una apretada situación financiera. A mitad de temporada, se ha quedado sin plata para pagar los motores Cosworth que montaban sus monoplazas.

Durante un fin de semana de carrera, se presenta en el motorhome de Bernie Ecclestone, el mandamás de la F1 en aquel entonces (una especie de Julio Grondona de la Fórmula 1), y le presenta su problema:

—La próxima no puedo venir, no tengo más plata y no puedo pagar los motores.

Bernie, ocupado como siempre, responde sin titubeos:

—El lunes.

El lunes siguiente, el dinero estaba en la cuenta bancaria del italiano. Sorprendido, Minardi fue a agradecerle el fin de semana siguiente.

—No me agradezcas nada —le dijo Bernie, señalando a su nuevo socio—. Flavio Briatore te compró la mitad del equipo.

Rápido para los negocios

La llegada de Franco Colapinto al equipo Alpine tiene como principal responsable al mismísimo Flavio Briatore. “He visto talento y lo quiero”, señaló. La trayectoria del Capo Italiano lo configura como un verdadero peso pesado del mundo de la Fórmula 1 y su interés en el argentino invita a soñar. A continuación repasamos parte de su historia y nos preguntamos si, quizás, el próximo golpe maestro de Briatore ya está en marcha. 

Flavio Briatore nació hace 75 años en Piamonte, al pie de los Alpes italianos. Su historia antes y después de transformarse en una persona pública está plagada de episodios que conforman un personaje singular, ambicioso, dueño de una muy divertida insolencia que oculta su lado oscuro.

La historia comienza con un joven Briatore profesor de esquí, convertido luego en gerente del restaurante "Tribula" en la ciudad de Cúneo. Al poco tiempo se transformó en asesor de un empresario y financiero que frecuentaba el local. Hablamos de Atilio Dutto, dueño de una empresa de pinturas y barnices llamada Paramatti, que había sido propiedad de Michele Sindona, un criminal italiano implicado en maniobras de lavado de activos y la quiebra del Banco Ambrosiano. Aparentemente todo iba bien, hasta que el 21 de marzo de 1979, a las 8.00 horas, una bomba hizo saltar por los aires el automóvil de Atilio Dutto, con él dentro.

Briatore se trasladó a Milano y comenzó a trabajar en una sociedad de bolsa asociada al grupo de Dutto.  Allí conoce al conde Achille Caproni, quien le otorgó un cargo como consejero en la Compagnia Generale Industriale, una de las empresas de su holding. Flavio convenció al conde para que comprara la compañía Paramatti, la firma que había sido propiedad de su anterior jefe. Los resultados desastrosos: la Paramatti se hundió, arrastrando en su caída a todo el grupo Caproni y les dejó un agujero financiero de siete millones de euros. Al tiempo, la justicia italiana investigó estas maniobras y condenó a Briatore a un año y medio de prisión en suspenso.

También durante su estancia en Milano fue acusado de formar parte del "Grupo de Milano", vinculado a amaños en casas de juego clandestinas de alto nivel. Según los magistrados italianos, Flavio era el encargado de buscar y de conducir a los clientes a las mesas de juego donde eran estafados. En 1985 fue condenado a tres años de prisión efectiva. Logró eludir la cárcel al escapar a Saint Thomas en las Islas Vírgenes. Sólo varios años después, en 1991, pudo regresar a Italia, gracias a una amnistía. 

En la Isla, fiel a su espíritu emprendedor, abrió un restaurante el cual rápidamente tuvo que cerrar por deudas. Esta vez fue su amigo Lucciano Benetton, el fundador de la firma de ropa y a quien había conocido en Milán a través del profesor de tenis de Silvio Berlusconi, quien lo auxilió. Lucciano le brindó la posibilidad de abrir franquicias de su marca en la Isla.

Para entonces, la firma italiana se encontraba en pleno proceso de expansión y planeaba su desembarco en el mercado norteamericano. Flavio se convirtió en el director de operaciones de la firma en EE.UU e inauguró las primeras tiendas de la marca. Transcurridos 10 años la cantidad de franquicias vendidas alcanzaría los  800 locales.

Flavio y la Fórmula 1

Para aquél entonces Flavio ya era parte de la Fórmula 1. En 1986 Lucciano Benetton había adquirido el equipo británico de Fórmula 1 Toleman (donde debutó Senna en 1984). Dos años después, el equipo se encontraba en la parte de atrás de la tabla, perdía dinero y comercialmente no era viable. El magnate le pidió una opinión acerca del funcionamiento del equipo a un inexperto Briatore, quién acudió por primera vez a ver una carrera, en el circuito callejero de Adelaide, en Australia. Diez días después, transmitió su mirada a Lucciano, quien nombró a Flavio Manager y Director Comercial del Benetton F1 Team y echó al responsable anterior, Peter Collins.

Flavio vendió su parte del negocio de Benetton en EE.UU. y se mudó a Londres. La misión era clara, transformar el equipo del “fabricante de remeras” en uno campeón del mundo. Esa tarea requería de mucha astucia, y allí es donde Flavio apeló a todo su background e hizo la diferencia. Entre muchas otras cosas, el equipo necesitaba un piloto top. Sin presupuesto ni prestigio para obtener una estrella consagrada como Prost, Berger o Senna, Flavio vio una oportunidad a partir de una sucesión algo alocada de hechos.

Bertrand Gachot, piloto francés del equipo Jordan, tuvo una pelea de tránsito en la cual roció con gas pimienta a un taxista londinense. En julio de 1991 Gachot fue condenado a seis meses de cárcel, lo que le impedía correr. Jordan dio por terminado su contrato. Necesitaban un piloto y llamaron a un joven alemán de 22 años, sin experiencia en F1, que se había desempeñado en F3 Alemana y era piloto oficial de Mercedes en Le Mans. 

Tras un test privado en Silverstone, Eddie Jordan confirmó a Michael Schumacher para la siguiente carrera, el Gran Premio de Bélgica en Spa y puso sobre la mesa un pre-acuerdo para que se una al equipo por tres años. Todo parecía cerrado. Schumacher se plantó en un circuito en el que no había corrido nunca, obtuvo el 7° puesto en la clasificación, el mejor resultado del equipo en todo el año. El domingo se lució con una gran largada y en la primera curva adelantó dos posiciones más; pero en la subida de Eau Rouge problemas en el embrague lo hicieron abandonar.

Sin embargo, mientras esto ocurría Briatore inició tratativas con el representante del alemán, Will Weber, para sentarlo en un Benetton bajo mejores condiciones contractuales. Así, de acuerdo con los relatos, el dúo se confabuló y devolvió el documento que comprometía al piloto alemán con el equipo Jordan firmado, pero con una pequeña modificación: donde decía originalmente que Schumacher "firmaría el contrato la semana que viene" pasó a poner que Schumacher "firmaría un contrato la semana que viene". Y lo firmó, pero con Benetton y no con Jordan.

Briatore además tenía que liberar el asiento que entonces ocupaba Roberto Moreno. Así en el aeropuerto de Niza le dijo: “Estas son tus dos últimas carreras. El año que viene, no vas a correr con nosotros. Te voy a pagar tu salario hasta el final. Te doy un bono si te bajás ahora”. Ante la negativa del piloto brasilero (y mientras Eddie Jordan buscaba devolverle la jugada intentando que este consiga el doble de dinero para dimitir y que con esa plata compre el asiento ahora disponible en Jordan), don Flavio Briatore tenía preparado su próximo movimiento.

El contrato de Moreno tenía un vacío legal: le garantizaba 'un chasis de Benetton', pero no un auto completo. Aprovechando esa confusión, el italiano presionó al brasileño diciéndole que en los boxes del circuito de Monza sólo encontraría las partes de su auto, por lo que no podría competir. Sin nada que hacer, aceptó su retiro anticipado lo que finalmente abrió el espacio para el debut de Schumacher en Benetton, donde se convirtió en bicampeón mundial en las temporadas 1994 y 1995.

La historia de Flavio Briatore luego tendrá una serie casi interminable de eventos tan polémicos y sorprendentes como antes narrados: los romances con Naomi Campbell y Heidi Klum, el vaciamiento del equipo francés Ligier, la compra de Minardi para intentar venderlo a la British American Tobacco, el descubrimiento de Fernando Alonso y sus dos campeonatos mundiales, el escándalo por su yate y la evasión de impuestos, la compra del Queens Park Ranger Football Club y el famoso Crashgate, que le costó la expulsión de la Fórmula 1 por más de una década. Cada uno de ellos lleva la marca registrada de quien, sin duda, es uno de los personajes más representativos de una forma de hacer negocios que ha teñido de polémicas y dado un particular tono a la historia del “gran circo".

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