DERECHOS Y HUMANOS


Hemos completado la 5° del campeonato mundial y la Fórmula 1 aún no ha pisado Europa, recién lo hará luego del Gran Premio de Miami de este fin de semana. Aunque hoy pueda resultarnos extraño, hace apenas dos décadas y media la presencia de la Fórmula 1 fuera de ese continente era marginal. Equipos, pilotos, auspiciantes y circuitos eran, en su mayoría, europeos. Luego, a partir de la década del 2000 la búsqueda de expandir el negocio y aumentar las audiencias cambió el escenario: se incorporaron al calendario más carreras en Asia (Malaysia -1999-; China -2004-; Korea -2006-; Singapur -2008-; India -2011-;Rusia -2014-; Azerbaiyán -2016-), América del Norte y Oriente Medio  (Bahréin -2004;  Abu Dhabi -2009-,  Arabia Saudita -2021-; Qatar -2021-).


La FP1 de Arabia 2022 durante la cual un misil disparado por los rebeldes yemeníes hutíes atacó una instalación petrolera de Aramco (promotora de la carrera) a unos 16 kilómetros del circuito

La adquisición de la categoría a cambio de cuatro mil millones de dólares en el 2017 por parte del gigante yanqui de los medios de comunicación, Liberty Media, aceleró la diversificación geográfica del calendario y marcó un quiebre definitivo en la ubicación del centro de gravedad del negocio. Sólo en EE.UU ha incorporado tres grandes premios: Austin Texas luego (2012), Miami (2022) y Las Vegas (2023); y dos equipos: Haas (desde 2016) y Cadillac (2026).


Aunque el factor comercial es determinante, no es lo único que explica esta expansión. Para ciertos Estados nacionales existen razones políticas relevantes para invertir millones en eventos deportivos de alto perfil como la F1. Forma parte de una estrategia de legitimación ante la comunidad internacional en la que el deporte se convierte en una herramienta geopolítica, al servicio de proyectos estatales que buscan posicionar sus regímenes autoritarios dentro de la economía simbólica y cultural del capitalismo global. Se trata de un intercambio de prestigio cultural y capital económico entre el el mundo occidental y no occidental. Un fenómeno bidireccional donde convergen intereses de los Estados participantes y de las marcas y organizaciones deportivas occidentales.


Dentro del calendario 2025 existen varios Grandes Premios que se realizan en países algo flojos de papeles. Azerbaiyán mantiene un conflicto étnico y territorial con Armenia en la región de Nagorno-Karabaj, habitada mayoritariamente por armenios. Existieron reiteradas violaciones del alto el fuego y hechos graves como el desplazamiento forzado a Armenia de más de 100.000 personas en 2023. El gobierno de Ilham Aliyev además ha sido señalado por su represión hacia opositores políticos, periodistas y activistas, a través de detenciones arbitrarias, torturas y un control autoritario de los medios de comunicación. Desde su debut en 2016, Azerbaiyán ha pagado aproximadamente 55 millones de dólares anuales para organizar su Gran Premio en Bakú.

En Qatar, las críticas se han centrado en el trato a los trabajadores migrantes que, bajo el sistema de patrocinio conocido como kafala el cual los vincula legalmente a sus empleadores, permite condiciones laborales extremas. Se suman graves restricciones a la libertad de expresión y la penalización con más de 5 años de cárcel de las relaciones entre personas del mismo sexo. Vale recordar (nobleza obliga) que Lewis Hamilton en 2021 hizo gala de su "Psych du role" de múltiple campeón mundial y lució un casco decorado con el arcoiris, símbolo de la lucha del colectivo LGBT. Declaró que no se siente “cómodo“ corriendo en este país. Para albergar su Gran Premio hasta 2032, Qatar se comprometió una inversión total de aproximadamente 550 millones de dólares.

Arabia Saudita es objeto de múltples críticas internacionales por violaciones sistemáticas a los derechos humanos: restringe la libertad de expresión, persigue a disidentes, ejerce la pena de muerte por toda clase de delitos, y mantiene leyes discriminatorias hacia las mujeres (hasta 2018 no podían manejar por las calles). Bajo la sharía, la homosexualidad es considerada un delito grave. Además, la intervención militar saudita en el conflicto de Yemen dio lugar a ataques a civiles, bloqueo de ayuda humanitaria y crímenes de guerra. Arabia Saudita firmó en 2021 un acuerdo para realizarla carrera de Jeddah hasta 2030 por un valor total estimado de 650 millones de dólares. Además, la empresa estatal Aramco firmó en 2020 un acuerdo de patrocinio global por 10 años valuado en 450 millones de dólares. Destacamos otro gesto interesante: durante el fin de semana de carrera en 2021 Sebastian Vettel (nuestro apicultor moral favorito) organizó una carrera de karting en la que participaron 8 mujeres y lució zapatillas con el arcoiris emblema del colectivo LGTBIQ+. 

Finalmente, en 2023 el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí directamente realizó una oferta pública de adquisición de la Fórmula 1 por 16.000 millones de dólares, que los norteamericanos de Liberty Media rechazaron. Aunque cómo consumidores de esta F1 actual probablemente nos encontremos más cerca de ser víctimas que victimarios, nos cabe al menos el derecho a estar informados acerca de la clase de espectáculo al que asistimos.

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